GIN TONIC


No, no bebo gin tonic, lo siento, lo siento muchísimo señores. Estoy hasta el mismísimo gorro de la moda del gin tonic. Entre muchos, el hula-hoop, las botas Dr. Martin´s, el tamagochi, los horrendos polos cargados de números, incluso las antiestéticas pulseras de goma, han estado de moda en algún momento; pero gracias a la providencia llegaron, triunfaron y finalmente se olvidaron. No parece ocurrir lo mismo con la moda del gin tonic; no se hagan los suecos, saben perfectamente de lo que hablo. Por lo que yo puedo recordar, la moda del gin tonic se ha enquistado en esta sociedad, y estimo que ya va para una década, sin perder empuje. A mi humilde parecer, ni la ginebra ha estado nunca buena, ni por supuesto la tónica esta buena, se mire como se mire; y ambos juntos, tampoco. No se engañen, es lo que se lleva y punto. El gusto humano, no dicho en el estricto sentido de apreciar sensaciones a través de las papilas de la lengua, es completamente voluble; estoy en el profundo convencimiento que grandes masas de gente bebe gin tonic, sencillamente porque está de moda, porque es in, porque es mas elegante que beber otra cosa. Pero no solo lo beben – cosa que a mi me trae completamente al pairo, como si beben estricnina con tónica-, el problema está en la tabarra que te meten, de cómo se debe beber, de que si se le pone una cereza, un trozo de melón, una cagarro de gamusino, de que la temperatura ideal es cual, de que el vaso pascual; de cómo se prepara, de que la tónica mejor es una que no conoce ni su padre, de que…déjenme en paz, beba su trago y de la plasta a su padre, hágame el favor.

1 ASESINATO = 1.000.000 DE ASESINATOS



En los juicios de Núremberg celebrados contra los dirigentes nazis tras la segunda guerra mundial, los promotores jurídicos de aquel tribunal tan heterodoxo -pero no por ello menos necesario-, se plantearon la siguiente cuestión jurídica, no ya digamos moral: si por un asesinato se condenaba a su responsable en la mayoría de los sistemas jurídicos mundiales a decenas de años de prisión, o en muchos casos a la pena de muerte; como la justicia humana podía alcanzar una pena adecuada para alguien que hubiera instigado, cooperado, facilitado y/o ejecutado a millones de personas, como ocurrió en el holocausto perpetrado por los nazis. La cuestión no era baladí, la justicia humana, es decir las normas que cualquier sistema legal existente –incluso en soviético-, en esos momentos, nunca había previsto un caso similar. Si el asesinato ha figurado siempre como el delito mas reprochable social y jurídicamente, y el que normalmente lleva aparejada la mayor pena, como era posible ajusticiar a alguien que ha cometido miles, millones de asesinatos. Si a un asesino se le podría imponer  la pena de muerte como pena máxima y desde luego definitiva, ¿como se podría imponer una pena proporcional al autor de millones de asesinatos, para que una sentencia fuera justa y proporcionada?. La conclusión a la que llegaron muchos de los magistrados fue única y clara, la justicia humana, no alcanza para ajusticiar en términos proporcionales dichos casos, ya que no se puede ejecutar millones de veces a una persona. El reproche jurídico era incomparable, el reproche moral inolvidable y la repercusión social, incalculable; sin embargo la pena era la misma por un asesinado, que para millones de ellos; la pena de muerte. Algunos filosóficamente advirtieron que para tan maligno comportamiento humano únicamente quedaba apelar a la justicia divina; es decir, jurídicamente no estábamos preparados para los asesinatos múltiples, el genocidio o el holocausto. El asesinato único, tanto antes como ahora, ya copaba las máximas penas alcanzables, por lo que el asesinato de miles o millones de personas, permítanme decirlo así, salía jurídicamente barato. Quepa decir, que los principales cabecillas del movimiento nazi fueron ejecutados, una sola vez. Tras el juicio principal, se sucedieron una suerte de juicios similares contra diferentes dirigentes nazis de “segunda categoría”, con resultados bastante diferentes.
Tras los juicios de Núremberg, con total perplejidad de dichos horrores ocurridos, el mundo tomo consciencia de la magnitud de los crímenes cometidos, y se facilito por la comunidad internacional la elaboración de una suerte variopinta de legislación universal y creación de tribunales internacionales que pudieran lidiar en el futuro con crímenes similares. Esos tribunales continúan existiendo a día de hoy, con pequeñas variaciones desde su origen. Hasta la fecha han tenido que conocer causas criminales como las ocurridas en la guerra de los Balcanes, en Ruanda, entre otras; si bien es cierto que han desconocido otras causas con horrores similares.
El caso es que tras casi setenta años después de los juicios de Núremberg, el derecho y toda su evolución, no han podido dar una solución válida a la cuestión planteada de origen a aquellos juristas, de por qué un solo asesinato, a efectos prácticos, es equiparable punitivamente al asesinato de decenas, centenares, millares o millones de personas.

...y despues descansó.

...y despues descansó.