Bebé Crepúsculo


Andaba yo cursando una de las actividades innatas del ser humano como es la de esperar. Y esperaba a cierta persona en el centro de esta gran ciudad, a una hora y en una época nada adecuada. Era finales de Julio, las tres de la tarde, recién comido y en el tendido de sol. Muy dura era la comunión con el astro rey durante mi espera, y todavía restaban unos quince minutos para mi cita, que a la postre se extendieron hasta treinta y cinco por aquello del retraso ibérico; por ello, y antes de que me derritiera vivo, busque instintivamente una sombra alrededor del lugar preestablecido para mi encuentro. Para mi desdicha lo único ajeno a la parrilla en la que estaba, era una franja de sombra de escasos dos palmos bajo un toldo no extendido de una zapatería. Pues en esas andaba yo ahí esperando en mi pequeña franja de Gaza, repasando visualmente zapatos, de hombre, mujer y de niño, para no caer desmayado. El refugio del sol se antojaba escueto, pero suficiente para una persona en posición de firmes. La calle estaba desierta y sólo pasaba un coche de vez en cuando por el pegajoso asfalto. Realice mi tercera batida al escaparate, zapatos con tacón, sin él, deportivas de tenis, y sandalias de mujer; justo cuando iba a empezar a repasar las chanclas de playa, veo aparecer por el margen izquierdo de la acera a una persona, pues más o menos como yo, empujando un cochecito de bebe, mas rápido que lento por la pequeña franja de sombra de las marquesinas, al llegar a la zapatería entro en mi franja de sombra cuya soberanía había ostentado gallardamente durante más de media hora, sin revoluciones, ni conflictos sociales. Giré a mi izquierda, como en chotis, sin salirme de la baldosa, y me enfrenté por simple curiosidad al transeunte, que recortando distancia hacia mi, cuando me alcanza, levanta la cabeza y me dice: “¿Muévete, no?”; ¡coño!- me digo, ¡que amabilidad!, será que el carrito del bebe no gira, o que hay una normativa de baldosas que desconozco, el caso es que creo que no hay motivo para moverme por impertinente, llevando yo parado en mi reino de 3 baldosas tanto tiempo. A esto le digo que no, eso, sencillamente que no, que me rodee. “Vete a la mierda joder, que llevo un bebé”- suelta el fulano.

SI VIS PACEM PARA BELLUM

...y despues descansó.

...y despues descansó.