"Si no se hablara nunca de una cosa, sería como si no hubiese sucedido". Oscar Wilde

RESULTADO DEL PARTIDO: HOLANDA 2 - ROYAL NAVY 0

Durante la Segunda Guerra Anglo-Holandesa (1665-1667), se dieron unos de los hechos más gratificantes mi lectura y deleite personal, y además de lo mas relevante para la historia de los combates navales.
En dicho conflicto, provocado por los ingleses -como no podía ser de otra manera-, debido a la imposición del "acta de navegación" (unas leyes muy restrictivas respecto al comercio con América, que perjudicaba muy mucho a Holanda), se dieron multitud de enfrentamientos navales entre ambos bandos, principalmente debido a su cercanía geográfica y porque el cierre del Canal de la Mancha, hacía las rutas de regreso de los holandeses, desde América mucho más larga y penosa.
El primero de estos hechos que tanto me gusta tuvo lugar en 1666, del 11 al 14 de Junio, y se ha denominado como La Batalla de los Cuatro Días; en ella el almirante holandés Michiel Adriaansz de Ruyter (grande, grande, grande), derrotó a la flota inglesa (si amigos, a la ahora denominada Royal Navy), comandada por el príncipe Ruperto y por George Monck, duque de Albemarle. En ella De Ruyter, destruyó y/o capturó diecisiete buques de guerra ingleses, inflingiendo ocho mil bajas a los casacas rojas, por tan sólo la perdida de seis buques propios. !Toma del frasco carrasco!

Visto el cariz que tomaba la guerra y abiertas las conversaciones para la paz, Carlos II de Inglaterra (que no estaba hechizado) ordenó inactivar los buques de guerra ingleses, aún bajo las protestas del pobre almirante Monck (que todavía tenía el culete caliente). Fue entonces cuando el gran y audaz almirante De Ruyter, organizó una de las más osadas acciones navales de la historia, a la que se le denominó por los britons como La Batalla de Gunfleet (25 y 26 de Julio 1667) y que es el segundo de esos grandes hechos que comentaba. En dicha batalla, De Ruyter con una flota de veinticuatro buques de línea, veinte naves de menor tamaño, y quince brulotes, remontó el río Medway, cerca del Támesis, para atacar la base de la flota inglesa en Chatham, donde incendió ocho buques de línea ingleses y capturó el buque insignia ingles Royal Charles (esto si que es humillante, algo así no nos ha pasado a nosotros, je, je), el cual fue remolcado hasta Holanda, dejando a los ingleses con dos palmos de narices y sin flota. Actualmente se puede ver la placa de dicho navío en el museo Rijksmuseum de Ámsterdam. (Así que no me lo he inventado)

El Tratado de Breda (1667) puso fin a la guerra, con reconocimiento de la victoria holandesa, que consiguió una atenuación del acta de navegación inglés. Durante la guerra, los ingleses lograron capturar Nueva Ámsterdam y denominarla Nueva York, en honor al hermano del rey, príncipe del jamón; consiguiendo los holandeses permutar los terrenos capturados en América por la Guyana. (aquí si hicieron los holandeses un poco el primo, pero quien iba a saber que NY seria después la gran manzana, que suerte coño).

Las dos batallas navales comentadas forman parte de los hechos más audaces y severos de la Era de la Vela, y encumbra a De Ruyter al grupo de los almirantes más reconocidos de la historia, pero como ya se sabe, los ingleses parecen haberlo olvidado, son pocos los libros que lo recogen, y si lo hacen utilizan la boca pequeña; pero sea lo que sea, el calentamiento de culete de la Royal Navy fue tremendo, y es para aquellos escépticos que creen que la historia militar inglesa siempre es impecable y victoriosa.

El pintor holandés Van de Welde el Joven, paradójicamente contratado muchos años por el rey Carlos II de Inglaterra, pintó las escena donde el buque insignia ingles Royal Charles es remolcado intacto a Holanda por la flota de Ruyter. La humillatio británica fue máxima, que gozo, que placer, que algarabía.

Pronto, muy pronto, hablaremos de Bernard Montgomery, ya ardo de ganas.

...y despues descansó.

...y despues descansó.