No, no bebo gin tonic, lo siento,
lo siento muchísimo señores. Estoy hasta el mismísimo gorro de la moda del gin tonic.
Entre muchos, el hula-hoop, las botas Dr. Martin´s, el tamagochi, los horrendos polos cargados de números, incluso las
antiestéticas pulseras de goma, han estado de moda en algún momento; pero
gracias a la providencia llegaron, triunfaron y finalmente se olvidaron. No
parece ocurrir lo mismo con la moda del gin tonic; no se hagan los suecos,
saben perfectamente de lo que hablo. Por lo que yo puedo recordar, la moda del
gin tonic se ha enquistado en esta sociedad, y estimo que ya va para una década,
sin perder empuje. A mi humilde parecer, ni la ginebra ha estado nunca buena,
ni por supuesto la tónica esta buena, se mire como se mire; y ambos juntos,
tampoco. No se engañen, es lo que se lleva y punto. El gusto humano, no dicho
en el estricto sentido de apreciar sensaciones a través de las papilas de la
lengua, es completamente voluble; estoy en el profundo convencimiento que
grandes masas de gente bebe gin tonic, sencillamente porque está de moda,
porque es in, porque es mas elegante
que beber otra cosa. Pero no solo lo beben – cosa que a mi me trae
completamente al pairo, como si beben estricnina con tónica-, el problema está
en la tabarra que te meten, de cómo se debe beber, de que si se le pone una
cereza, un trozo de melón, una cagarro de gamusino, de que la temperatura ideal
es cual, de que el vaso pascual; de cómo se prepara, de que la tónica mejor es
una que no conoce ni su padre, de que…déjenme en paz, beba su trago y de la
plasta a su padre, hágame el favor.
Salgo poco, pero cuando salgo me atrinchero
para evitar chapas de doctores cum laude
en gin tonic. ¿a que Uds. también conocen alguno?, o incluso son uno de ellos. Recuerdo
un día que salí con amigos a beberme unas copas, en un lugar tranquilo, si
quieren hasta íntimo – o vacío, como prefieran-, y el tipo tras la barra –
experto coctelero y gran comunicador, y supongo que aburrido como una ostra en
su íntimo bar-, muy amablemente nos hizo una disertación sobre el gin tonic,
merecedora de un reportaje. Veinte minutos sin pausa, de todo el abanico de
ginebras y tónicas existentes, su posible combinación, su preparación, su
recuerdo en boca, su embotellamiento y los aditivos correctos para cada
ocasión; así en seco, veinte minutos de reloj, sin poder echarme un trago al
gaznate. Finalmente sonrió de manera sincera y me dijo “bueno, ¿qué te pongo?”,
“Negrita con Coca-Cola” sentencié. El careto del experto fue de estupefacción,
supongo que presupuso que un tío con clase como yo, no solo bebería gin tonic,
sino que además sabría un cojón de ello; así que pensaría que era momento de
medirse las pililas, a ver quién sabía mas; el paciente o el doctor. Como ya he
contado, el se saco la pilila, larga y llena de experiencias con voluptuosas
tónicas, y yo pedí un Negrita con Coca-Cola, al cual tardé en echarle mano
veinte minutos de reloj, aguantando estoicamente la chapa del mesonero. A lo
que iba, dejen de dar la tabarra con los gin tonics, beban lo que les plazca, y
compitan entre ustedes –bebedores de gin tonic-, a ver quien es el mas avezado
pesado y tabarrista nocturno, pero hagan el favor y dejen al resto del cateto
mundo beber las cositas que mas les gusten, sea ron Negrita, sea ponche
Caballero. Para mi está claro que el rollo del gin tonic, no es un gusto, es un
sentimiento -como el Sevilla F.C.-, pero un sentimiento de masa, el ser parte
de un colectivo por la estúpida razón de hacerse el experto en una cosa tan
sencilla como combinar dos líquidos, uno que huele a colonia y otro que sabe a
rayos. Es como lo que paso con el Código Da Vinci, si no lo habías leído, mejor
que te quedaras en casa, o te ibas a sentir como un extraterrestre en una
conversación sobre “literatura”, sólo había un libro en el mundo, al igual que
solo hay ahora una bebida, el gin tonic.
Sobre el tema he oído un arsenal
de soplapolleces, pero la que mas me gusta es la de que es “refrescante”,
bueno… si lo quieren ver así, que así sea; aunque refrescante, lo que se dice
refrescante para ser sinceros, es el granizado de limón, o la horchata, elijan
la que quieran. Y eso de refrescante, te
lo suelta un tipo completamente chuzo, con cinco gin tonics encima, una noche
de febrero echándote un cigarro en la acera fuera del bar, manda narices. Miren,
porque no creo en las conspiraciones mundiales, pero parece que siempre que
salgo por ahí, fuerzas ocultas se juntan para que acabe sufriendo la chapa de
algún cretino que pretende hacerme comulgar con las ocultas y maravillosas
experiencias que da el saber y conocer todo sobre el gin tonic. Probablemente
sabrán de lo que hablo.
Insisto no bebo gin tonic, no se
de gin tonics, y aunque me los he bebido a pares de mas joven – con Larios, no
había para más-, ahora bebo lo que realmente me gusta, no lo que se supone que
me tiene que gustar, y por supuesto no lo que les gusta a los demás. Y si
alguien supone que beber gin tonic te da mas clase; pues que me queda decir
que no haya dicho ya en este blog, que el mundo sigue lleno de cretinos; que si
a estas alturas alguien llega a pensar que lo que de toda la vida se llama un combinado,
puede darte mas clase -fíjense, un combinado-, te hace mas gentleman – o
gentlewoman-, pues uno mismo. Yo pienso que el cocido madrileño me hace mas gentleman,
y por eso me los aprieto a pares, fíjense usted que distorsión manejo. Para
colmo, la ginebra es una bebida inglesa, país famoso por su exquisito gusto y
gastronomía; estarán conmigo que en eso de tomarse copitas, de manera relajada
o bien para cogerte un colocón, y vivir la parranda con sabrosura, el caribe
siempre le dará mil vueltas a la pérfida Albión. Así que señores, reivindiquen
su tiempo y no permitan que les den la lata insufrible con los gin tonics,
beban lo que quieran, y preferiblemente algo que les guste; y para el
hipotético y remoto caso que, real, sincera y verdaderamente les guste el gin
tonic, no me cuenten su vida, que me importa un carajo el artificioso mundo
creado sobre una simple y asquerosa bebida inglesa. Lo dicho, no aguanto un
minuto mas de paliza sobre el gin tonic, ni uno mas, estoy hasta el gorro, beban lo que deseen, pero dejen a los demás beber y vivir en paz.
Pónganme un ron con Coca-Cola,
que al margen de estúpidas, vacuas e inaguantables modas, yo nunca les daré la
chapa sobre rones, únicamente me los trasiego a mi gusto.
2 comentarios:
Brillante, Sr. Guardián!!! Por una vez y sin que sirva de precedention, estoy de acuerdo con usted. Hasta creo haber sido espectador sufrido de la chapa de aquel coctelero...
Gracias. Pues, probablemente que fuera con usted.
Publicar un comentario