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Cacao, eso es lo que tienen los norteamericanos respecto a Dios, y no el cacao “turbo” que se disuelve al remover, sino el grumoso, el de toda la vida, que por mucho remover no hay mano que lo disuelva. Desde hace años vengo aseverando que los
yankis han creado una deidad institucional, nada divina, muy terrenal y funcional, a la cual todo ciudadano respeta, con independencia de su confesión, color, edad o sexo. Dicha deidad norteamericana, es compatible con las figuras divinas de más abolengo, véase Dios-Dios (me refiero al cristiano), Alá, Jehová, y demás deidades hindúes, idolos budistas, bla bla bla.
Aparte de la ignorancia endémica del
yanki de a pie, de los cuales se puede esperar casi todo, hasta que tengan fe en la Iglesia del Hueso de Elvis (el Presley) o en el KKK; el efecto del dios norteamericano abarca a todas las esferas del país, desde el
hillbilly de Kansas, pasando por los negratas
"wannabe a gansta", por los ultra frívolos californianos de tengo 16 años y voy por mi cuarta operación de estética, por los brokers de Nueva York de mi traje cuesta 800$, hasta los
rednecks de los
great plains de gorra y béisbol en vena; todos toditos,
trust in god.